Los cables de alimentación suministran electricidad de alta corriente desde la batería a los sistemas de arranque, carga y accesorios. Normalmente, están construidos con cable de cobre de gran calibre y resistente a la corrosión, con terminales crimpados o fundidos, y cuentan con aislamiento clasificado para altas temperaturas y voltajes. Los cables positivos suelen estar cubiertos con un color distintivo (típicamente rojo) para su identificación y seguridad. Sus aplicaciones incluyen las conexiones batería-arranque, la salida del alternador y las conexiones a masa principales. Los tipos de terminales varían según la aplicación, incluyendo diseños de anillo, pestaña y roscados para conexiones seguras. El dimensionamiento correcto del cable es fundamental para minimizar la caída de tensión y garantizar la funcionalidad de los componentes.